
Mercy, una mujer joven de 22 años del estado de Borno al noreste de Nigeria, fue secuestrada en junio de 2014 cuando Boko Haram arrasó el pequeño pueblo de Gwoza donde vivía. Mercy ha hablado por primera vez sobre las cinco semanas que pasó en cautividad, cuando fue forzada a casarse, obligada a presenciar asesinatos múltiples y obligada a cumplir la petición de sus secuestradores a convertirse al islam.
El pueblo de Gwoza se sitúa a los pies de la sierra montañosa de Mandara en la frontera este de Nigeria con Camerún. En 2009, Boko Haram empezó a moverse dentro del área y asentar campamentos sobre las colinas cercanas a la aldea.
En junio de 2014, miembros de Boko Haram arrasaron el pueblo y declararon un califato islámico. Al menos cien personas murieron durante el ataque.
Secuestro
Secuestro
Los insurgentes llegaron al barrio de Mercy en mitad de la noche. Ella y su padre (su madre murió diez años antes) estaban en casa solos cuando llegó Boko Haram.
«Todos en el pueblo huyeron para salvarse. Mi padre y yo fuimos separados. No sé qué le pasó a él. Creo que murió de la misma forma que muchos otros, porque rechazó negar a Cristo”, dijo (antes en 2015, World Watch Monitor recogió testimonies sobre cómo miembros de Boko Haram habían matado a hombres en sus casas por renunciarse a negar su fe).
Los atacantes quemaron la casa de Mercy antes de que seis de ellos la llevaran a ella y a otros cuatro hombres a las colinas, donde un vehículo los estaba esperando para traerles al pueblo vecino de Mubi que también había caído en manos de los insurgentes.
«Durante todo el camino nos amenazaron. Nos decían que si no obedecíamos cada orden al llegar al campamento nos darían una paliza”. La intimidación funcionó. Nadie se movió o habló, según Mercy.
Cautiverio
El campamento consistía de unas pocas casas una al lado de la otra. «Cuando llegamos al lugar habían otras cincuenta mujeres. Reconocí muchas otras cristianas que se habían convertido al islam y estaban siendo forzadas a educarse en la religión islámica”, cuenta Mercy, que a su vez solo podía adivinar lo que estaba preparado para ella: Mi primer día fue como un infierno. Lloré todo el día y la noche. Oré como nunca antes y pedí a Dios que me diese valentía”.
A la mañana siguiente, Mercy y las demás personas fueron llevadas a un claro para ser interrogadas. Les pidieron convertirse en musulmanas y casarse con miembros de Boko Haram.
«Las otras cuatro chicas estaban asustadas y asintieron inmediatamente. Yo les pedí que me dejaran permanecer cristiana, pero mis ruegos cayeron en oídos sordos. Me golpearon y me dijeron que nunca volviera a mencionar cristianismo en el campamento. Entonces me dijeron que me encontrarían un marido”.
Desde ese día en adelante, Mercy fue forzada a atender educación islámica junto a las otras: «Nos obligaron a asistir a oraciones a las cinco de la mañana. Después de eso, nos enviaban amadrasa (escuela coránica). Solo había un pequeño descanso. Después de darnos un poco de comida, volvíamos a madrasa. Constantemente nos decían de trabajar duro para el avance de Boko Haram. En la tarde se nos dispersaba para quehaceres como lavar la ropa de los hombres”.
Matrimonio forzoso
«También recibí un marido unas semanas después”, dice Mercy. No quiere dar más detalles sobre su matrimonio forzoso. Todo lo que cuenta es que «cada día llegaba con lágrimas y medio por lo desconocido”.
Una de las cosas que Mercy no puede olvidar es la crueldad que tuvo que presenciar: «Fui testigo constantemente de cómo miembros de Boko Haram mataban gente inocente. Hombres cristianos que habían sido secuestrados y traídos al campamento les mataron por rehusar a negar su fe. Era como el cumplimiento de las cosas escritas en la Biblia en las cosas que ocurrían delante de mis ojos, mientras la gente moría por su fe en Cristo. Pero otros, incluida yo, no pudimos soportar la tortura y cedimos a sus peticiones”.
Rescate
Después de pasar cinco semanas en cautiverio y cinco días después de casarse, el Gobierno inició su oleada para recuperar Mubi. La lucha duró tres días, en los que los militares también usaron cazas para bombardear la zona y una de las bombas cayó en la casa en la que estaba Mercy. Ella fue la única superviviente.
Cuando los insurgentes huyeron, soldados del Gobierno llegaron a Mubi y encontraron a Mercy con una pierna rota. Sufría un dolor terrible y gritaba ayuda. Los soldados la llevaron a la clínica en donde recibió primeros auxilios.
Cuando ya era evidente que Mercy sobreviviría, la llevaron al campo de refugiados de Yola, una ciudad a 300 kilómetros de Gwoza. Muchos cristianos han huido a Yola ante la actividad de Boko haram, aunque la ciudad ha sido también objeto reciente de ataques mortales, como el 17 de noviembre cuando murieron 34 personas en una explosión suicida.
El trabajador de una iglesia allí se encontró con Mercy durante una visita al campo de refugiados y la llevó a una clínica local donde recibió tratamiento médico por su pierna. Los miembros de la iglesia pagaron todo lo posible del tratamiento y la llevaron de vuelta al campamento.
«Doy gracias a Dios por rescatarme. Muchos han perdido sus vidas después ser forzados a convertirse al islam, pero yo estoy viva”, dice Mercy.
Campos de la muerte en Gwoza

Las colinas de Gwoza, cerca de la aldea de Mercy han sido convertidas en tierra vedada, siendo usadas de forma creciente por Boko Haram para esconderse, según una fuente anónima declaró a World Watch Monitor poco después de que el Gobierno de Nigeria declarase el estado de emergencia en zonas del noreste del país en mayo de 2013.
En junio de 2013, los insurgentes incendiaron dos iglesias de Gwoza. En febrero de 2014, la mitad de la población cristiana huyó y los servicios en las iglesias no pudieron continuar. Aquellos que se quedaron lo hicieron porque no tenían donde ir o porque creían que el ejército les protegería. Pero el 5 de junio Gwoza se convirtió en campos de muerte.
«Vinieron en furgones Hilux (usados normalmente por los militares gubernamentales). Todos pensamos que eran soldados. Nos llamaron para congregarnos en el centro del pueblo, pero empezaron a gritar «Allahu-Akbar, Allahu-Akbar (‘Alá es el más grande’). Entonces empezaron a disparar a la gente continuamente por mucho tiempo hasta que todos los que se habían reunido estaban muertos”, atestiguó una fuente anónima a World Watch Monitor.
Los atacantes persiguieron y también mataron a aquellos que huyeron al bosque. Cientos murieron ese día, especialmente hombres y niños.
Otra fuente aseguró que «incluso a las madres de niños pequeños les fueron quitados sus bebés de las espaldas y les mataron enfrente de ellas”. Los insurgentes dijeron a las mujeres de enterrar a sus muertos. Cuando se cansaron de continuar haciéndolo, los cuerpos fueron dejados en la calle descomponiéndose.
El ejército nigeriano bombardeó la zona para ahuyentar a las milicias, pero tan pronto como dejaron de bombardear, estas volvieron. El 5 de agosto, Boko Haram volvió al pueblo a las cinco de la tarde con armas sofisticadas y un vehículo militar. Masacraron a otras cien personas, mayoritariamente hombres.
«No dejaron en pie una sola iglesia. Todas las 178 fueron destruidas”, dijo la fuente. «También destruyeron hogares cristianos. Se estima que 40.000 cristianos huyeron a los pueblos vecinos de Mubi y Chibok. Alrededor de 3.000 buscaron refugio en las colinas. 2.000 escaparon gradualmente. Los que quedaron (sobre 1.000) esperaron la llegada del ejército, pero los insurgentes llegaron antes. Todos fueron asesinados”.
Boko Haram levantó su bandera en Gwoza y la nombró Darul Hikma («Casa de sabiduría” en árabe). Aquellos que quedaron tuvieron dos opciones: convertirse o morir.
Los insurgentes fueron expulsados de Gwoza finalmente en marzo de 2015. Desde entonces, las personas han empezado a volver a sus hogares, aunque viven sobre ruinas.
Fuentes: http://www.puertasabiertas.org